La grieta de la General Paz continúa ensanchándose en una guerra política que tiene como principales protagonistas al Gobierno de la Ciudad de un lado, y al Gobierno Nacional y provincial, por el otro. Las formas antagónicas de enfrentar al coronavirus podrían desembocar en un desastre sanitario sin precedentes en nuestro país, tal como advierten los especialistas.
En su carrera presidencial, Horacio Rodríguez Larreta se basa en la presumible posición que adoptan las familias con respecto a la presencialidad en las aulas, pero, así como muchos están a favor de continuar con las aulas abiertas, existen muchos que, por el contrario, están en contra y prefieren que las escuelas estén cerradas hasta que pase la segunda ola de coronavirus.
En el caso del gobernador Axel Kicillof, se mostró en sintonía con las propuestas de presidente Alberto Fernández para disminuir los contagios en el Área Metropolitana de Buenos Aires que, con la aparición de la pandemia, llevó a gran parte de la población a comprender que es un bloque territorial único y que, por lo tanto, no pueden tener estrategias separadas.
El puente que alguna vez se construyó a mediados de marzo del año pasado con la llegada del Covid-19 a nuestro país se derrumbó en este año electoral y el diálogo que supieron conseguir se esfumó. Kicillof apuesta a un cierre total, en tanto que Larreta continúa resistiendo la suspensión de clases presenciales, judicializando medidas sanitarias. Mientras, el virus avanza.
Pero, lo cierto es que, hace algunos meses la postura del Jefe de Gobierno porteño era otra, incluso quien lo secunda, Diego Santilli, había afirmado en el mes de febrero que, en el caso de un crecimiento exponencial de los contagios, la idea era revisar las decisiones, consultar los datos epidemiológicos y cerrar los colegios hasta tanto se regularice la situación.
En la provincia, los 135 distritos se ajustaron al plan de fases dispuesto por el Ejecutivo bonaerense y ya no son solamente las ciudades del conurbano y sus alrededores las que tuvieron que adoptar medidas más restrictivas. Algunos municipios del interior tuvieron que descender de fase, obligados por el incremento de casos y con la presencialidad escolar interrumpida.
La situación del sistema sanitario es tan compleja que, durante la semana, el gobernador mantuvo una reunión con la mayoría de los representantes de empresas de medicina prepagas y obras sociales, en la cual todos coincidieron en que el contexto es crítico. En ese marco, se comprometieron a exhibir un discurso unificado con el objetivo de concientizar a la sociedad, dejando al margen sus posicionamientos políticos.
Al salir del cónclave, y acompañado por el resto de los asistentes al encuentro, Kicillof fue tajante y advirtió que hay que tomar medidas dolorosas para “evitar el desborde del sistema de salud”, ya que “esta segunda ola es mucho peor que la primera y los contagios crecen a una velocidad insólita”, dejando abierta la posibilidad de que se profundicen las restricciones.
La situación sanitaria es tan compleja, que el ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollán, aseguró que con el ritmo de contagios diarios en la zona del AMBA “ni el que tenga la prepaga más cara del país tiene asegurada una cama de terapia intensiva si la necesita”.
Ante este escenario, se presume que las charlas entre el gobierno provincial y el de CABA se retomen en los próximos días con la intención de coordinar futuras decisiones. La fecha límite para ese posible encuentro entre los funcionarios de ambas jurisdicciones es el 30 de abril, día que vence el decreto presidencial que suspendió las clases presenciales.
Lo cierto es que, pareciera que los dirigentes de Juntos por el Cambio no están demasiado cómodos con la actitud que fijaron desde hace algunas semanas por una decisión política orgánica de su partido. Más bien se los nota molestos porque verse obligados a defender una postura compleja, mientras en sus distritos los sistemas de salud están al límite, como en el caso del intendente de La Plata, Julio Garro o su par de Olavarría, Ezequiel Galli.
A pesar del principio de acuerdo entre el oficialismo y la oposición para posponer la fecha de las PASO, las elecciones continúan en el horizonte. El camino es corto y cualquier volantazo brusco podría tener consecuencias graves para los sectores políticos en pugna. Por eso, no sería descabellado pensar en una especie de rebelión interna y que muchos de los que hoy se paran con firmeza en contra de las restricciones, finalmente corrijan su marcha y tomen por la vía correcta.
(*) Resumen semanal de DixitP.