Loca aventura en dos ruedas

La Patagonia nos da la bienvenida en cualquier momento del año. La temporada de verano puede ser una época ideal para emprender el desafío de recorrer el Camino de los 7 Lagos en bicicleta.

En auto, o en avión, con bicis propias o alquiladas se puede programar esta increíble aventura en la montaña: poco más de 100 km que unen las ciudades de Villa La Angostura y San Martín de los Andes a través de la Ruta 40. 

Con un grupo de amigas @ellasendosruedas, salimos de nuestro espacio de confort y enfrentamos un gran desafío personal, grupal y deportivo. Organizamos nuestra travesía en 4 tramos de aproximadamente 30 km cada uno, haciendo noche en diferentes paradores (Campings, Hoteles, Cabañas) para ir un poco más “livianas”. De todas formas quien gusta de acampar, tiene varias posibilidades en este sentido.

Iniciamos el recorrido llenas de expectativa y emoción. Apenas tomamos la ruta, el paisaje nos empezó a atrapar con sus picos nevados, el imponente color verde de una frondosa vegetación, y el Lago Correntoso prácticamente a nuestros pies. 

Avanzamos. Cada punto panorámico nos invitaba no sólo a contemplar el paisaje y fotografiarlo, sino también a tomar un breve descanso y recuperar el aliento. 

En este sitio parece que todo SUBE; por cada descenso hay 55 ascensos ¡es increíble!. El llano al que estamos acostumbradas no se parece ni un poco a esta hermosa MONTAÑA RUSA de pinos, piedras y picos nevados.

Primer tramo concluido. Para acceder al Lago Espejo Chico tuvimos que desviarnos por un camino de tierra algunos kilómetros. 

Solas en la naturaleza. Algo para apuntar en esta instancia del recorrido, es que no hay señal de teléfono móvil, ni servicio de Internet o Wifi, así que si alguien debe hacer alguna comunicación debe tenerlo en cuenta antes de apartarse de la ruta.

Retomamos nuestro camino. Todo sigue subiendo, algo a lo que -poco a poco- nos estamos acostumbrando. En esta instancia del recorrido hay menos puntos panorámicos, así que pedaleamos de manera más fluida y constante. 

El paisaje es un tantito más homogéneo. Prácticamente no hay rastros de urbanidad. Las montañas son imponentes, los colores del paisaje no pueden ser más perfectos, pintados por la naturaleza de manera única. Es en verdad una GRAN OBRA DE ARTE natural.

Luego de algunas horas llegamos a nuestro segundo destino: Pichi Traful. Para acceder al Lago debimos desviarnos de la ruta hasta el camping homónimo. Todo nos fascina y sorprende: el espejo de agua, los picos nevados, que parecen estar “más cerca”. 

¡Qué lindos días nos regala la Patagonia! Eso hace que el camino se disfrute en muchos sentidos: le resta la inclemencia climática propia de estos sitios (sobre todo el frío y el viento) y le suma brillo y colores al paisaje.

A medida que avanzamos en kilómetros mejoramos nuestra performance, nos sentimos habituadas al terreno y a las bicis (que no son las nuestras). Somos más certeras en los cambios y en la administración de la energía y el consumo de aire, por lo que el recorrido parece pesar menos. Nos sentimos parte de la montaña.

Visitamos los miradores de Lago Escondido, Lago Villarino y la Cascada Vulliñanco (desde dónde se puede ver el Cordón Chapelco). 

Unos kilómetros más adelante, el Lago Falkner -pegadito a la ruta- nos interpela. Aprovechamos para hacer un stop, descansar y colarnos en el paisaje. Es momento de una “paradita técnica” y de nuestra tertulia de cada día. Mate va, mate viene, surgen nuevas historias y relatos de vida. Pareciera que nunca se agotan, en un “fogón” imaginario.

¿Pasó más rápido? ¿Fueron menos kilómetros? No sabemos con exactitud pero ya llegamos a nuestro tercer destino: Río Hermoso, próximo al Lago Meliquina.

El principio del fin.  El camino se torna cada vez más árido, la montaña ya no nos envuelve tanto, se puede decir que estamos en la cima. Vamos dejando atrás el corazón del bosque. 

El paisaje es impactante, invita a contemplarlo sin reparos ni premura. El aire fresco nos “acaricia” suavemente en cada bajada, que poco a poco comienzan a predominar. ¡Si, ya empezamos a descender!

Este es, sin lugar a dudas, un momento bisagra. A partir del Arroyo Partido y hasta el Valle del Pil Pil todo es bajada y contemplación de la naturaleza. Jugamos dejando que la pendiente controle la velocidad del descenso, algo verdaderamente ADRENALÍNICO y divertido. 

A pocos kilómetros comenzamos a divisar un hermoso lago, azul como el cielo, con tonos turquesa y esmeralda. La meta se aproxima. Nos tomamos unos minutos para contemplar este escenario natural como si se tratara de un cuadro hiperrealista. 

Como en un interminable tobogán, descendimos a toda velocidad hasta el ingreso a la ciudad de San Martín de los Andes. Allí, nos recibió el transparente y brilloso Lago Lacar rodeado de arena y gaviotas. Ahora sí, habíamos llegado a la meta y nuestra travesía concluía. La felicidad ya no cabía en nuestros cuerpos. ¡Lo habíamos logrado!

Si nosotras seis pudimos hacerlo sin ser demasiado experimentadas en esta disciplina, y mucho menos en este tipo de terreno, cualquiera de ustedes también puede. 

Les dejo el desafío planteado.
¡Hasta la próxima aventura!.

F.M.

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