“¡Una grande de papas, maestro!”

Es una de las frases más escuchadas en los bares, restó y cervecerías de la Argentina. Las papas fritas son el acompañamiento ideal: a cualquier hora y en todo lugar, satisfacen el antojo de chicos y grandes.

Crujientes, sabrosas, nutritivas y con gran capacidad de generar saciedad en el consumidor, la tendencia en alza de la ingesta de este producto gastronómico logró que en el último tiempo dejen de ser el complemento de comidas para independizarse. 

Sí, adquirieron vuelo propio y cada vez hay más franquicias exclusivas que se dedican a la “Friterie” o su traducción al español “papa fritas”.  Hoy en día, con $200 cualquier mortal puede adquirir en  la capital bonaerense un cono de papas clásico gracias al bajo costo de la materia prima. 

Pero su precio moderado no es sólo un beneficio para los comerciantes, la versatilidad de la papa más el ingenio de cada chef hacen que sus salsas gourmets (líquidas) o toppings (sólidos como trocitos de pollo, panceta o albóndigas en miniatura, etc.) sean súper variados y con miles de variantes a la hora de combinar, logrando platos personalizados. 

Desde tiempos inmemorables se acostumbró a comerlas con la mano, sin embargo, la inclusión del topping y la abundancia de las salsas, más una pandemia de por medio, hacen que el uso del tenedor sea cuasi obligatorio.

Marca registrada vs. Innovación

En San Telmo (Capital Federal) a fines de los ‘90 un bar llamado Moliere ya ofrecía “papas australianas”: un plato de papas clásicas totalmente simétricas, con salsa cheddar, panceta y cebolla de verdeo. Es decir, un antecedente del archiconocido “Papas Antares”, la cervecería marplatense que revolucionó el mercado desde su aparición en 1998 y que se expandió rápidamente por la capital provincial.

En Pola, un bar ubicado en diagonal 74 y 11, piensan en los vegetarianos y veganos y cautivan a este público con una generosa porción a base de papas rústicas, berenjenas, queso vegano, cebolla y perejil. 

A 20 minutos de Plaza Moreno, las papas fritas del comisario en El Boyo (Villa Elisa) son un clásico de los atardeceres. 

El boom de esta noble comida es tal que la pizzería Abuelo Jaime, de 24 y 467 en City Bell, tiene al público una novedosa variedad que es, sin dudas una bomba, la tradicional grande de muzza con papas fritas, verdeo y bacon.

En sí, cada local gastronómico le da su impronta para resaltar en un mercado tan competitivo: ubicación, packaging, tamaño de las porciones y calidad de los productos empleados afectan, sin duda, al rango de precios que oscila generalmente entre los $500 y $1500.

Las papas, un clásico de los argentinos que ahora se come recargado.

¿Y vos también sos amante de las papas fritas? Contanos tu experiencia.

F.M.

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