Más problemas en el peronismo: en las últimas horas, Rogelio Frigerio se metió en la interna y fichó al exintendente de Concordia Alfredo Francolini para la Caja de Jubilaciones de Entre Ríos. Una movida que dejó expuesto el nuevo escenario, sin mapa ni brújula, en el que navega el Partido Justicialista.
El gobernador de Juntos se convirtió en un pulpo dispuesto a cobijar a los expulsados de la cruenta interna del año pasado. La ausencia de liderazgo claro en esta nueva etapa habilitó pedidos de asilo fuera de los confines propios, que lo encontraron a Frigerio con los brazos abiertos.
Esta no es la primera vez que la alianza gobernante abre las puertas al peronismo exiliado. Hace unos meses, inició el éxodo con el arribo de Fernando Barboza, exfuncionario de Francolini en Concordia, al frente de la Dirección de Fomento de Empleo de la provincia. Durante el debate por la ley ómnibus, la gestión Frigerio rescató al senador Edgardo Kueider de las garras de la crítica justicialista, que lo fustigó por votar a favor. Más acá en el tiempo, Enrique Cresto declaró públicamente – y lo sostiene puertas adentro- su condición de custodio de la gestión de Francisco Azcué, en una alianza que generó revuelo en la provincia entrerriana.
Durante la asunción de Francolini, Cresto estuvo en la primera fila. No es la primera vez que el diputado provincial se muestra cercano a actos del gobierno actual. La foto fue elocuente: el pacto quizás trasciende la mera figura del intendente Azcué y podría orillar en los márgenes frigeristas.
El nombramiento de Francolini como director de la Caja de Jubilaciones cristalizó alianzas que hasta ahora se mantenían subterráneas. El ahora funcionario de Frigerio fue intendente durante el paso de Cresto como funcionario de Alberto Fernández y se candidateó en las PASO para volver a gobernar Concordia. Quedó tercero detrás de Armando Gay y Ángel Giano, en una interna cruel que lo enemistó inclusive con Cresto, que impulsó a Gay. Desde entonces, era casi un secreto a voces que el exviceintendente se sumaría al gobierno de Juntos.
Según consignó el portal Letra P, todos los “exiliados” tienen un denominador común: el ministro de Gobierno y Trabajo Manuel Troncoso, armador de Frigerio y recolector de peronistas antes, durante y después de la campaña. En la previa a la gestión, logró el desembarco de un sector residual del pejotismo entrerriano al campamento de Juntos. Ahora, ya en el gobierno, fue por más y se propuso sumar a las primeras líneas de conducción.
En lo legislativo también es un buen año para la cosecha de peronistas. Frigerio consiguió la voluntad de los representantes opositores para su proyecto de reforma política. También fidelizó a la Liga de Intendentes Justicialistas.
Algunas señales de resistencia empezaron a aparecer. Al eje Frigerio – Troncoso – Azcué – Cresto – Kueider, se le ubica en la vereda de enfrente la dirigencia tradicional con Gustavo Bordet a la cabeza (que incluye en su comitiva a Guillermo Michel y Juan José Bahillo, entre otros). El exgobernador volvió a vivir a Concordia.
Bordet se refirió también a la incorporación de Francolini y cuestionó su llegada al gobierno provincial. “No estoy para juzgar a otros dirigentes, sí digo lo que yo haría y hago. No hubiese acordado cargos políticos, sí entiendo que hay y debe existir una relación de diálogo y respeto; siempre que me convoque el gobernador, es mi obligación ir a dialogar, eso no debe ser un problema, pero nosotros somos oposición, no cogobernamos. Es muy diferente co-gobernar a ser una oposición respetuosa, constructiva, como viene siendo el justicialismo en la provincia”, apuntó en declaraciones a la prensa.