En el marco del Día de San Cayetano, el gobierno de Axel Kicillof ha decidido participar activamente en la marcha que las centrales obreras y movimientos sociales organizan hacia Plaza de Mayo. Este evento, que se perfila como una de las manifestaciones más contundentes en contra de la gestión del presidente Javier Milei, refleja la creciente tensión entre el gobierno provincial y el nacional.
La decisión de Kicillof de movilizarse con una columna propia se produce tras el impacto negativo que ha tenido la reciente cancelación de la inversión de la planta de GNL en la provincia. Esta situación ha llevado al gobernador a definir, junto a intendentes aliados, una estrategia más agresiva en su confrontación con Milei, quien lo considera “el enemigo a vencer”. En una reunión reciente en Gobernación, se comenzó a discutir la participación del Ejecutivo bonaerense en la marcha, que se espera sea masiva.
Carlos Bianco, ministro de Gobierno bonaerense, subrayó la importancia de la protesta: “En este contexto donde las políticas económicas del gobierno nacional están impactando tan fuerte en la población, especialmente en los sectores de menores recursos, nos vamos a sumar a la protesta, que básicamente es decir que cambie el modelo económico”. Esta declaración pone de manifiesto la postura del gobierno provincial frente a las políticas de Milei, que han sido objeto de críticas por su impacto en la clase trabajadora.
La marcha, que se desarrollará bajo el lema “Pan, Paz, Tierra, Techo y Trabajo”, contará con la participación de la CGT, las CTA, la UTEP y varias organizaciones sociales. Se prevé que el acto en Plaza de Mayo, que tendrá lugar después del mediodía, sirva como un espacio para denunciar la “emergencia alimentaria, social y laboral” que atraviesa el país. Además, grupos religiosos del conurbano bonaerense también se sumarán a la movilización, evidenciando la amplia coalición que se está formando en oposición al gobierno de Milei.
La participación de Kicillof en esta marcha es significativa no solo por su contenido simbólico, sino también por su potencial impacto político. Después de haber estrenado su presencia en la protesta callejera durante la marcha nacional universitaria en abril, el gobernador busca consolidar su imagen como líder de la oposición en la provincia. La movilización también contará con el apoyo de intendentes que integran la mesa política de Kicillof, así como de referentes de organizaciones sociales y sindicales.
A medida que se intensifican las tensiones políticas, la marcha del 7 de agosto se presenta como una oportunidad para que Kicillof y su gobierno fortalezcan su posición frente a un adversario que ha desafiado la hegemonía del peronismo en la provincia. La capacidad de movilización y la respuesta de la comunidad serán cruciales para determinar el futuro del peronismo en un contexto donde las políticas de Milei continúan generando descontento. La marcha no solo es un acto de resistencia, sino también una declaración de intenciones para el futuro político de la provincia de Buenos Aires.