Kicillof se pronunció a favor de Máximo y Cristina Kirchner y ahora le asustan las represalias

El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, demostró públicamente su posición en la grieta que consume al Frente de Todos. El vínculo con el Presidente Alberto Fernández quedó deteriorado por las críticas en voz alta contra el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En cambio, el gobernador salió a defender a la vicepresidenta Cristina Fernández y a Máximo Kirchner, que se negó a votar ese acuerdo.

La fricción entre el Presidente y el gobernador comenzó en febrero, poco tiempo antes de que se conociera la letra chica del acuerdo con el FMI. Sin embargo, la tensión fue en aumento y se agudizó dos semanas atrás, durante el debate en el Congreso de la Nación, tras la orden de Kicillof hacia Daniel Gollán de abstenerse de votar el acuerdo que propuso Alberto Fernández. De este modo, Gollán se diferenció de la primera diputada de la lista, Victoria Toloza Paz, que votó a favor.

Kicillof fue más allá y criticó al entendimiento horas antes de quedar confirmado, el viernes pasado. “El acuerdo con el FMI con los precios de alimentos y la cuestión financiera queda viejo”, fustigó el gobernador. “La unidad tiene que tener objetivos. No es unidad porque sí”, agregó.

“Al que no le interese pelearse con nadie no lo necesitamos”, sostuvo durante la marcha del 24 de marzo, donde compartió fotos con Máximo Kirchner. “A nosotros nos votaron para recuperar lo que se había perdido con el macrismo”, fustigó. “No se puede tener una posición tibia para que la crisis no se descargue en la espalda de la gente”, dijo, justo antes de que quede operativo el nuevo acuerdo con el FMI.

Mientras descerrajaba críticas al acuerdo que cerró el Presidente, también defendió en público a la vicepresidenta: “No estoy de acuerdo con que después de cuatro años de persecución con la compañera Cristina no podamos ponernos un horizonte cercano”, dijo en la víspera del feriado por la Memoria.

“Kicillof tiene una relación normal con el Presidente”, dijeron en la Gobernación luego de la catarata de críticas vertidas contra acuerdo con el FMI. En cambio, un interlocutor político entre Fernández y Kicillof aseguró que ese vínculo pasa acaso por su peor momento. Pero Kicillof conservará las formas de la institucionalidad. Volverá a mostrarse con el Presidente, como hasta ahora, ya que necesita de los giros de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN). Esa caja está en manos del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, de La Cámpora.

Sin embargo, el acuerdo con el FMI puede limitar esas transferencias. El capítulo “Otros gastos corrientes” del memorando sostiene: “A fin de liberar recursos para las prioridades clave, procuraremos racionalizar otros gastos y, a la vez, proteger los ingresos reales de jubilados y pensionados y empleados del sector público”. En ese sentido, el compromiso es tomar “acciones para limitar las transferencias discrecionales a provincias y empresas estatales”.

En el 2021, la Nación giró a las provincias un total de $606.177,5 millones por fuera de la coparticipación. Buenos Aires fue la más beneficiada con esos fondos, con $239.239 millones. Kicillof exigió ante la Asamblea Legislativa de la provincia que no se corten estas transferencias. Después, profundizó sus críticas al acuerdo. Resta saber si la pelea política tendrá consecuencias directas en las transferencias de fondos.


“En la provincia no hay lugar para un ajuste”, advirtió Kicillof antes de profundizar su pelea con el Presidente. El gobernador entiende que Buenos Aires no puede depender de los fondos discrecionales de la Casa Rosada y pidió ante la Asamblea Legislativa más fondos coparticipables.

Kicillof sabe que el acuerdo con el FMI tendrá costos. Y en la discusión con Alberto Fernández queda sujeta su gobernabilidad. El mandatario provincial, que este año necesita tomar deuda por 94.000 millones, en mercados golpeados por la guerra en Europa, ve venir un ajuste por parte de la Nación, a la vez que anticipa una presión creciente de los 500.000 empleados públicos para conseguir aumentos. Y, encima, prometió contratar 80.000 policías nuevos para contener la inseguridad, que es el talón de Aquiles de cada gobernador. Por las dudas, ya avisó: “No tienen derecho a cortarnos las piernas”.

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